Devocionales

Reflexión: El texto nos presenta dos clases de personas, una que agrada a Dios y otra a la que define simplemente como el pecador. ¿Podríamos decir que el pecador no agrada a Dios? Ciertamente podríamos decirlo, pero habría que agregar que sin fe es imposible agradar a Dios, así que vamos tomando notas porque esto pica y se extiende.

A cada una de estas personas le es dado un cierto paquete, un trabajo, o una misión como el lector prefiera verlo, no es tan relevante. Lo importante es saber que hay una asignación para cada uno de los dos. Primer personaje, el que agrada a Dios, tiene sabiduría, ciencia y gozo. Muchas cosas se pueden lograr con sabiduría, la riqueza, la victoria en la guerra, la paz, el amor, fama, etc. 

¿Cuántas más se pueden ganar con ciencia? Aquí la lista es también extensa así que no vamos siquiera a entrar en eso. Por último, tenemos el gozo y solo quiero dejar por sentado que, solo en la presencia de Dios hay plenitud de gozo, así que damos también por sentado que el gozo es resultado de conocer en la presencia de quien estamos y cuál es la presencia que llevamos con nosotros. No le invito a buscar la presencia de Dios, le invito a entender que en Cristo usted ya está en la presencia de Dios, es una manifestación constante. Hasta aquí lo que le es dado a la primera persona o al primer personaje del que habla el texto de hoy.

Luego nos habla de el pecador y allí el panorama es tan triste como cotidiano. Una persona que se la pasa recogiendo y amontonando, trabajando de sol a sol, fatigándose sin descanso para amontonar riquezas que al final tendrá que entregar. La gran pregunta es: ¿a quién las entregara? Ya sé que usted amado lector tiene la respuesta, al primer personaje, a ese del que Dios se agrada, al hombre de fe y de principios, al que ha recibido sabiduría de lo alto, al que tiene ideas, conceptos, al que le gusta servir, al que no teme el mañana porque sabe que Dios esta con él y eso lo hace gozoso. A ese personaje que no le importa correr la milla extra por su hermano, aunque eso le represente algo de sacrificio. 

La gran transferencia de riqueza se da cuando el primer personaje entiende de lo que se trata, para el segundo es muy difícil, porque él no vive en la presencia de Dios ni le gusta agradarle, él vive por su propia justicia y su propia justicia le dice; acumula, recoge, amontona; su mirada esta cegada en un enfoque erróneo, el agrada a su alma no a Dios, él va tras los deseos engañosos no por lo espiritual. 

El primer personaje, es el creyente, pero no el que dice ser creyente, es aquel que en verdad dejo atrás los rudimentos de la auto justificación y ahora vive en el Reino. Una cosa es creer que hay un reino y otra cosa es vivir en el Reino. Si usted es de los que están ajustados al perfil del primer personaje, entonces no tiene preocupaciones, su situación actual podrá decir una cosa, pero su entendimiento le dice que so es temporal porque para usted esta recogiendo y amontonando un pecador. 

Gócese cuando vea un pecador acumulando riquezas y declare esta palabra: para mi amontonas, para mi recoges. Si usted declara la palabra de Dios le aseguro que usted ya está ahí, ya puede estarlo disfrutando.

Vea Proverbios 13:22