Devocionales

Reflexión: Si algo desearía copiar de Pablo, es el celo que sentía por las cosas del Señor. Note la frase, “y aun ahora lo digo llorando”. El veía todos los enemigos, aquellos que eran abiertamente enemigos y también los que eran enemigos agazapados de la cruz de Cristo, él nos advertía de gente que tienen apariencia de piedad, pero niegan la eficacia de ella, nos pedía evitarlos, vea 2 Timoteo 3:5

Pablo detectaba enfermedades espirituales muy rápidamente, las atacaba, el veía la infección espiritual a kilómetros de distancia, la podía percibir, advertía a las iglesias acerca de esas enfermedades y contaminaciones, simplemente no las soportaba.

La palabra que a él le fu inspirada por el Espíritu Santo en este versículo no ha pasado de moda, aun tiene vigencia. Hoy día también hay enemigos de la cruz de Cristo y también hoy dan ganas de llorar solo al ver el estado espiritual de algunas personas, aun de organizaciones o “comunidades” de sectas y cultos, de seudo religiones que son creadas por hombres como un medio de ataque a la cruz de Cristo. 

Voy a nombrar algunos de esos enemigos.

La política de separación iglesia-estado que fue pensada inicialmente para proteger la iglesia, y ahora es usada para atacar la cruz. 

El movimiento gay, que, pidiendo tolerancia e inclusión, no permita que se hable de lo que la biblia dice, de los modelos de Dios para el hombre porque de inmediato reaccionan acusando a la iglesia de homofóbica, cuando en realidad hablamos de lo que Dios en su más grande expresión de amor desea para el hombre y es justamente la reconciliación. 

El comunismo que llama a la biblia un libro que es cuento de hadas.

El liberalismo que va en contra de casi todo lo que hable de Cristo, llamándolo conservador y solo porque justamente va orientado a preservar, conservar al hombre en permanencia con Dios.

Mormones, testigos de Jehová son agentes encubiertos de esa enemistad con la cruz de Cristo, todas esas sectas son de las que habla Pablo, al nombrarlas como con apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella. Que diremos de la iglesia católica que dice creer en Cristo, pero no le da la majestad que se merece y antepone al hombre (¿santo padre?) y la virgen (¿madre de Dios?) e incluso a muchos santos como superiores a Cristo, que se arrodillan ante esos ídolos y así dejan por el suelo el mandato de Cristo.

El movimiento de la nueva era, los brujos, los adivinos, los que hacen horóscopos, los que usan fetiches y amuletos, los que predicen suerte, los musulmanes, y no falta uno que otro judío que aún no entiende.

Todos son enemigos de la cruz. En este asunto no podemos ser livianos, el Reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. O somos o no somos. No podemos acomodarnos al mundo y pensar que debemos ser políticamente correcto para estar bien con algunos, porque esos que no aceptan a Cristo como Señor son enemigos de la cruz. 

No se trata de emprender cruzadas a la manera de templarios para convertir gente por medio de la espada física, se trata de usar la espada, la palabra, de orar por aquellos que hoy son enemigos pero que son potenciales amigos, porque algo puedo decir desde mi propia experiencia, yo mismo en algún tiempo fui enemigo de la cruz, mas tuve el gozo, de contar con quien orara por mí y se pusiera en la brecha. Eso debemos hacer por los que ahora son enemigos, ya que lo que ocurre con ellos es que no saben, no conocen, no entienden, y mal haríamos en juzgarlos como malos, cuando en realidad son ciegos, y nosotros podemos abriles sus ojos.